Comentario sobre la actitud que algunas personas tienen frente a la sequía que presencia el Cusco en los últimos meses. Dos opciones se vislumbran: o te quejas o agradeces. Va el escrito:
El valle del Cusco y alrededores estuvo atravesando por una sequía "largo tiempo". Ya cayeron las primeras lluvias, es cierto, pero el SENAMHI dice que La Niña durará hasta enero, ojo.
En lo personal, disfruté de la sequía: el calorcito del medio día, los baños con agua fría, el cielo azul, el sol ingresando por mi ventana, etc. Me sentí agradecido.
Pero claro, ese fue mi caso, ya que las quejas fueron generalizadas: los cultivos sin riego, las lagunas secándose, los ríos sin caudal, el agua potable en riesgo, el precio de los alimentos por los aires...
Mi cuestionamiento es el siguiente: ¿acaso a nadie se le ha ocurrido disfrutar, aunque sea un poquito, este veranillo? Lo que pasa es que estamos acostumbrados a la queja, cuando, en realidad, no nos faltó nada, no sufrimos de nada y no se murió nadie.
Claro, algunex dirán "es que los cultivos del campo, nuestros campesinos". En mi ruta he visto toditos los cerros quemados, humeando o pelados luego del incendio, y me dije ¿o sea que ahora, en plena sequía, defenderemos a quienes primero quemaron estos cerros? Pero echarle la culpa al que quema es fácil y vago, ya que puede ser una persona desesperada --o ambiciosa--.
En realidad, apunto a dos tipos de personas: la que cultivó pensando que la lluvia era segura (esa sí que no sabe lo que hace) y la que piensa que la laguna de Piuray será insuficiente (esa es la que desperdicia el agua en su casa).
Mi punto, querida comunidad del anillo, es que nos quejamos por todo y por nada, o sea por la wue: en junio, por el frío; en agosto, por los vientos; en setiembre, por el calor; en marzo, por las lluvias... Nos hemos convertido en azuzadores, en sensacionalistas, en waqates, pero no porque suframos, sino porque nos gusta que nuestro sufrimiento tenga un like.
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