Hoy es martes 08 de diciembre de 2020 y festejamos a la Virgen Inmaculada Concepción del Cusco, “La Linda de la Catedral”, Patrona del Arzobispado del Cusco. Con cariño la llamamos “La Lindita”. Es tan hermosa. Tanto afecto le tenemos. Es una madre bella y luminosa. Cuando estoy en presencia de su Demanda, le froto la pancita pidiendo wawa. Yo bromeo con Ella pidiendo el varoncito. Mi señora me reclama diciéndome “chistocito estás, cuidado te haga caso”.
Sé que La Linda es fiesterita, quiero decir, todo el año espera con ansias su día. En la víspera, las “linditas”, sus devotas más cercanas, la visten de gala, hablan con Ella, diciéndole que tenga paciencia, que la están arreglando para su fiesta. Pero le dicen que este año será diferente, que no habrá procesión por la pandemia.
¿Cómo habrá tomado La Linda la noticia? Seguro que las “linditas” no muy bien, porque también les gusta la alegría de la fiesta, como buenas hijas de La Linda.
Recuerdo a La Linda en las procesiones, toda chaposita, alegre y bailarina. Se balancea de un lado a otro al ritmo de la música. Hasta los angelitos que le acompañan, esos traviesos que a veces le gastan bromas, se ponen a bailar al ritmo de la Inmaculada. Bello espectáculo de La Linda. La sentimos tan cerca de nosotros.
También se pone seria, ni qué decir. Se molesta cuando su voluntad se tergiversa o cuando alguien se porta mal. También es solemne, especialmente cuando se inclina para darnos su bendición.
Este año no hay procesión ni fiesta. Se debe a la pandemia. Los cargadores de su anda están sin chamba, solo les queda esperar afuera de la Catedral mientras dura la misa. El asunto es que no faltan a su lealtad.
Este año hacemos cola para entrar a la Catedral. Nos dicen que el aforo es de 100 personas. Entramos uno a uno. En la puerta nos echan alcohol en las manos y nos miden la temperatura. La Catedral luce solitaria, hasta se puede escuchar el murmullo de los lienzos. Hace frío.
La gente trata de guardar el protocolo, pero a veces se olvida, ya que su prioridad es encontrar un buen sitio para ver a La Linda y al Taytacha Temblores.
En una banca entran dos personas y en otras solo una. Vaya, estoy en una misa después de 10 meses. Es reconfortante estar en la Catedral del Cusco. Sin duda es uno de los pilares de la devoción cusqueña.
Mientras duraba la misa me pregunté, ¿cómo haremos para el abrazo de paz? Resulta que no hay abrazo, sino una expresión de paz. Cada persona abre los brazos y se abraza así mismo, pero ofrece el acto a su vecino o vecina. No hay apapacho, solo un gesto de paz.
Luego me pregunté, ¿cómo nos darán la Eucaristía? Bueno, hicimos la cola usual, guardando la distancia. Nos dijeron que, cuando el arzobispo pronuncie “cuerpo y sangre de Cristo”, recibamos la hostia con los dedos y que nosotros mismos la pusiéramos en la boca. Amen.
El arzobispo del Cusco, monseñor Richard Alarcón, dirige la misa. La lectura principal relata las palabras que el ángel Gabriel le dijo a María: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc. 1, 26-38). María, la madre de Jesús, fue preservada del pecado original en el momento de su concepción. Es la única que tiene ese privilegio por ser la madre de Dios.
Monseñor insiste en que Jesús obedeció en todo momento a su madre. Pone el ejemplo del Señor de los Temblores, quien no podría desobedecer la voluntad de su madre, La Linda Inmaculada. “¿Qué le podemos negar a nuestra madre?” -nos pregunta Monseñor. “Nada”, respondemos en silencio.
Termina la misa. Recitamos la salve: “…a ti aclamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas, ea pues señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús…”
La Linda está iluminada en el atrio de la Catedral. La acompaña su hijo, el Señor de los Temblores. Hoy no habrá procesión, la pandemia lo impide. “Las lindas” están tristes y preocupadas porque saben que La Linda no está contenta con el asunto, a Ella le gusta salir a dar su vueltita por la Plaza. Hay cierta angustia.
Al salir de la Catedral me habla un viejo amigo, el director de la banda de músicos que hace algunos años acompañaba a La Linda en la procesión. No trajo su banda, obvio, pero vino a honrar su devoción. Me pregunta preocupado si hicimos bien en venir a misa en plena pandemia. Él mismo me responde: “cuando hay fe no entra nada”. Asentimos.
Este año no hay procesión ni fiesta. Nos concentramos en las novenas y en la misa principal. Los ruegos y agradecimientos no cesan. El sistema de cargos o mayordomías se reduce a su mínima expresión. No hubo hurk’as ni la gala usual. Simplemente disfrutamos del gozo de la fe.
Ni modo, el espíritu fiestero y la algarabía han entrado en cuarentena, pero tranquilos y tranquilas, el próximo año también habrá redoble de campanas.
Donaldo Humberto Pinedo Macedo.
Cusco, 08 de diciembre de 2020.
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